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viernes, 30 de octubre de 2009

¿vivimos en una sociedad racista?

¿QUÉ ES LA RAZA?

Según varios diccionarios, raza alude al grupo en el que se subdividen las especies de seres vivos cuyas características se heredan a sus descendientes. Por tanto, la raza humana, según ese planteamiento, sería los grupos de seres humanos que por el color de la piel, de ojos, y demás se distinguen de la raza blanca, que es entendida como superior.
No obstante, estas definiciones son por completo erróneas. Gracias a los científicos hemos descubierto que las diferencias entre personas de “diferentes razas” es insignificante (todos los seres humanos compartimos el 99’9 % de los genes). Por tanto, se puede decir con total seguridad que entre humanos no existen razas sino que hay una sola especie humana, caracterizada por una gran diversidad de formas y colores que no puede servir para establecer relaciones de desigualdad entre personas. Además, esas diferencias son consecuencia directa de la adaptación al medio de las distintas civilizaciones ese sin que exista una base lógica para defender la pertenencia a una civilización más o menos desarrollada. Como nota curiosa, es necesario decir que con mucha probabilidad el primer homo sapiens naciera en África, por lo que habría sido NEGRO).
Por tanto, a la pregunta de si somos racistas, la respuesta es ¡¡sí!! En uno o en otros aspectos lo somos, discriminamos aunque alguna vez que otra sea insconcientemente. Y muchas veces discriminamos no por el color de piel o la nacionalidad, sino por la altura, la forma de hablar, el nivel de estudios…discriminamos todo el día, desde el momento en que , por ejemplo, nuestra sociedad no está adaptada para que una persona que se desplaza en silla de ruedas pueda ir a comprar al supermercado sin encontrarse con millones de barreras arquitectónicas.

El racismo, hoy en día y como bien he dicho antes, está socialmente mal visto. Sobre todo por sus antecedentes históricos (recordemos al “adorable” Hitler o las hazañas de Franco) y por el Estado en el que vivimos que, en el capítulo segundo de la Constitución, en la parte correspondiente a los “derechos y libertades”, artículo 14, nos dice que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
Y sin embargo, con los últimos movimientos migratorios, el panorama español ha cambiado radicalmente y la situación es bastante conflictiva. Repasando la historia de nuestro país, encontramos que la tradición en España era emigrar a países extranjeros para encontrar trabajo (no olvidemos la cantidad de españoles, hoy ya ancianos, que fueron a Alemania) y que actualmente somos uno de los principales países receptores de inmigración. Pese a que nuestro país siempre ha sido un cruce de culturas y somos fruto de la mezcla de todo tipo de etnias y naciones, tenemos un sentimiento de rechazo fuertemente arraigado y que despierta cada vez que vemos a alguien que no se encuadra en lo que es el “estándar español”.
Sin embargo, no hace falta hablar de extranjeros. Personas de otra identidad sexual que no sea la heterosexual ya se salen del plato y no son aceptados por un alto porcentaje de la población española. ¿Cuántos jueces no han denegado la patria potestad de sus hijos a una mujer por ser lesbiana? Pero mejor dicho, ¿cuántas escenas racistas vemos diariamente en la televisión? Recuerdo un capítulo de la serie de Telecinco “Los Serrano” en la que dos de los protagonistas encontraban a un “pobre negro” y lo “acogían” en su casa (no logré terminar de ver la serie ese día por la frustración que despertaba ante mí lo que estaba ocurriendo). El comportamiento, a la par que paternalista, era completamente racista (con comentarios xenófobos). Y ante mi indignación, repasé la prensa del día siguiente y no hubo ningún tipo de crítica a este episodio de la serie. Pasó INADVERTIDO.
Y si hablamos con muchas personas que nos encontramos por la calle, muchos de ellos han tenido o tienen comportamientos racistas. No les gusta compartir el asiento con una mujer marroquí, hacen comentarios despectivos de los chinos que tienen un comercio, y argumentan que ellos están aquí de invitados y que se tienen que adaptar a nuestras costumbres. ¿Las soluciones? Quizás, Educación, programas y leyes que protejan a los inmigrantes para que sus derechos no sean vulnerados cuando lleguen aquí. O mejor visto… ¿por qué no nos esforzamos en ser tolerantes y superar el miedo a lo desconocido?



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